El obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca, realizó el pasado sábado, 18 de marzo, la solemne dedicación del altar mayor de la Iglesia de San José tras someterse a una importante reforma. Según ha ido relatando el párroco de la localidad porteña, Juan José Noguera, desde que comenzaron las obras en noviembre de 2022 en su ‘Cuaderno de obras’, los trabajos se han centrado, principalmente, en la terminación del torreón del campanario, la reforma de la fachada principal, la reordenación de elementos ornamentales interiores y la solución de filtraciones que debilitaban la conservación general del templo.
Autoridades civiles y religiosas, comunidad parroquial, lugareños y visitantes llegados con motivo de los festejos patronales en honor a San José, todos se congregaron en un día histórico para Puerto de Mazarrón. Una jornada cargada de simbolismo y ritual que se inició con una procesión del obispo, sacerdotes y acólitos desde la puerta principal hacia el altar mayor. Tras la presentación de las obras por parte del párroco, el obispo recibe de manos de Salvador Ortiz Vera, gerente de la constructora que ha ejecutado las obras, las llaves del templo, las antiguas y las actuales; mientras que de Marina Noguera Calvo, arquitecta que ha dirigido los trabajos, el proyecto de la reforma llevada a cabo.
El ceremonial religioso continúo con la consagración del altar, colocando bajo en su interior las reliquias de S. Juan de la Cruz, Sta. Teresa de Jesús, S. Agustín de Hipona, San Isidro Labrador, S. Marcelino Champanat y del Beato José Sánchez Medina. Acto seguido Lorca Planes ejecutó la unción e incensación. Vertió Santo Crisma en cinco puntos de la mesa “marcados con una cruz y que recuerdan las Santas Yagas de nuestro Señor Jesucristo”, ha explicado el párroco. Tras los ritos, se vistió la mesa ceremonial y dio comienzo la primera eucaristía de un templo devuelto al culto público.
Cuaderno de obras
Además de por dar solución a las numerosas patologías que perjudicaban de un modo general al edificio, cuenta el párroco en su ‘Cuaderno de obras’ que la reforma se ha emprendido haciéndola coincidir, precisamente, con el 25 aniversario de la construcción del actual templo parroquial. El templo actual tiene su origen en el derribo de la antigua iglesia en 1993 ante “la necesidad de construir un templo de mayores dimensiones que pudiera solucionar las necesidades pastorales que se iban presentando ante una población que poco a poco iba creciendo y mucho”, ha relatado el párroco.
Fue el 19 de marzo de 1998 cuando las nuevas instalaciones eclesiales abrieron sus puertas al culto. Sin embargo, “las obras nunca concluyeron”, ya que la comunidad parroquial debía “hacer frente a un gran préstamo”. Como consecuencia, pronto aparecieron problemas como la filtración de aguas de escorrentía que, durante años, fueron deteriorando algunas zonas de la estructura del edificio. Uno de los lugares más afectados por la inconclusión del templo era la torre del campanario, cuyas “escaleras estaban sin hacer y no llegaban ni siquiera hasta el lugar donde se encuentran los relojes, que es un tramo inferior al de las campanas” y, además, “la torre no tenía tejado”.
Durante un cuarto de siglo las cuatro campanas han estado sometidas a una fuerte erosión al haber estado, prácticamente, a la intemperie. Como curiosidad, una de ellas está dedicada a la Purísima Concepción y data de principios de 1800; otra está fechada en 1864, otra fue donada por el concejo de la villa en 1883; y, la última y más reciente, es de 1999. Ahora, la torre ha quedado coronada por un techo en forma piramidal realizado en madera y forrado de teja, plana y en azul vidriado, rematada con una cruz.
En cuanto a la fachada principal, se ha construido un porche siguiendo la misma estética que el techado del campanario, se han abierto ventanas y recuperado las antiguas vidrieras del siglo XIX dotando de más luz el interior. Además, se ha sustituido el suelo del presbiterio y la mesa del altar mayor y se ha pintado la totalidad de la iglesia.