Carmen Guillén Lorente, graduada en Historia por la Universidad de Murcia y Máster en Historia Social Comparada es una joven mazarronera de 30 años que recientemente ha obtenido la calificación de cum laude en su tesis doctoral titulada 'El Patronato de Protección a la Mujer: prostitución, moralidad e intervención estatal durante el franquismo'. Asimismo, la autora obtuvo el Doctorado Internacional al realizar parte de la tesis en Roma y realizar parte de la misma en italiano.
Durante cuatro años de trabajo doctoral, Carmen Guillén investigó sobre la creación y funcionamiento de una institución que comenzó en 1941 y que perduró durante el periodo de Transición Democrática hasta desaparecer en 1985, regulada hasta entonces por una ley cuya última modificación se dio en 1952.
Motivada en su estudio por los asuntos de género y feminismo en el marco de la Historia Contemporánea española, la mazarronera estudió el Patronato de Protección a la Mujer, una institución con estructura piramidal que partía de una sede nacional y se dividía en juntas provinciales y locales. Su creación, afirma la investigadora, tenía como objetivo redimir a la mujer 'caída' y proteger aquella que estaba en peligro de caer; sin embargo, la realidad fue que acabó desarrollando un sistema puramente carcelario para mujeres que eran cuestionadas por sus comportamientos no acordes con la moralidad de la época. Lo que, en principio, se gestó para proteger a la mujer terminó siendo un aparato represivo del colectivo femenino, apunta Carmen Guillén. Cualquier indicio contrario al paradigma de la mujer idea de la época, madre abnegada, esposa sumisa y beata, daba pie a poder entrar en el patronato, indica su autora-
La institución estatal se apoyaba en congregaciones religiosas que aportaban sus centros para internar a las mujeres que llegaban a ellos por denuncias de vecinos, policía o bien a través de familiares. En Mazarrón llegó a existir una junta local de este patronato, ya que así lo corrobora el acta fundacional que recoge el archivo municipal datada en 1941. Según Carmen Guillén, la estancia media en el patronato era de entre 6 meses y 2 años, tras un ingreso que conllevaba una prueba ginecológica, un test de inteligencia y otro de moralidad que calificaba a cada mujer.