Hace unos días, el concejal y portavoz del PP de Mazarrón, Francisco Blaya, hizo una rueda de prensa en la que volvió a demostrar por qué los ciudadanos de Mazarrón lo expulsaron de la Alcaldía. Su resentimiento personal, así como su incompetencia política y su penosa oratoria, se mezclaron en unas declaraciones que insultan y denigran al municipio de Mazarrón y a sus ciudadanos.
Blaya, no hizo ni una sola propuesta, ni dijo una sola verdad en su comparecencia ante los medios de comunicación. Dedicó la mayor parte del tiempo a desprestigiar a Mazarrón y a proyectar una imagen del municipio que no tiene nada que ver con la realidad actual, aunque sí mucho con la de su época de alcalde.
El cinismo y la perversidad con que Francisco Blaya exhibe su opinión sobre Mazarrón, sobre su gestión y sobre la gestión del PSOE, son el fiel reflejo de un personaje inmoral y sin escrúpulos que siempre ha vivido en un mundo de mentiras y que no se resigna a aceptar su papel de concejal de la oposición. Blaya, y su partido el PP, han decidido convertirse en enemigos de Mazarrón, precisamente ahora, en estos momentos de crisis, que es cuando más se precisa el apoyo de todos.
Blaya, como concejal que es, tiene el derecho democrático y la obligación de controlar y criticar al gobierno, si así lo quiere, pero también tiene el deber de hacer propuestas que ayuden a Mazarrón a salir del pozo en el que él y el PP, lo hundieron en sus ocho nefastos años de gestión. Su papel de "chiquilicuatre" denigra la política y a los políticos como él aunque también hace un daño importante al municipio.
Francisco Blaya, el peor alcalde de la historia democrática de Mazarrón, consumado especialista en mentir, en derrochar el dinero de los ciudadanos y en tratar a los ciudadanos como súbditos suyos, no tiene legitimidad moral alguna para arremeter contra este pueblo ni contra sus actuales gobernantes.
Francisco Blaya, sobre todo, se distinguió como alcalde por mezclar al Ayuntamiento de Mazarrón con las tramas corruptas que se enriquecieron con dinero público. (Todavía sigue sin aclarar su presunta relación con la trama "Brugal", que dirigía Enrique Ortiz, a quién Francisco Blaya, de forma más que sospechosa, adjudicó varias obras millonarias en Mazarrón que fueron rechazadas rotundamente por los ciudadanos).
Aunque ya sabemos que sus cualidades políticas se lo impiden, Blaya, debería tomar ejemplo de la actitud seria, honesta y responsable que Francisco García, mantiene ahora como alcalde y que igualmente mantuvo cuando era concejal en la oposición.
Por otra parte, es sarcástico que un representante del PP, el partido agresor de los trabajadores, de las clases medias y de la pequeña y mediana empresa; el partido de los recortes en sanidad, educación, pensiones, becas, ley de la Dependencia etc. pretenda dar lecciones de buen gobierno a quienes están haciendo la gestión más seria, transparente, honesta y eficaz que jamás se haya conocido en Mazarrón.